En pocas palabras: ir de festival está genial. Reconozco que hasta ahora apenas había estado en festivales de un día, o de música que no es de mi especial agrado. Por fortuna, este verano entre el grupo de amigos nos hemos animado. Confío en que no sea ni mucho menos la última vez.
En un primer momento, todo hay que decirlo, nuestro objetivo era otro: el festival más multitudinario de España. Entre los jóvenes ya es bastante conocido, 55.000 personas han acudido este verano. Me refiero al Arenal Music Festival celebrado a orillas del Mediterráneo en Burriana, Castellón.
Al final, entre unas cosas y otras nos decidimos por otro destino, mucho más cercano y económico: Santander. Ya sus seis ediciones dan buena muestra de que es un festival que va para arriba y en esta ocasión los 21.000 asistentes no hacen sino dejar patente su próspero futuro.
Todos los integrantes de mi grupo que nos animaos -cinco, para ser más exactos- habíamos visitado Santander en más de una ocasión. A tres horas de Burgos no deja de ser una buena apuesta para disfrutar de la playas.
Para vivir más intensamente la experiencia desde el primer momento nuestra intención era la de coger entrada con derecho a zona de acampada. El precio además lo hacía muy apetecible: 10 € la entrada al camping sumados a los 40 para acceder a los conciertos.
El viaje hubiera podido ser más agradable. Tanto a la ida como a la vuelta, al coger los billetes por Internet no nos pudimos enterar de qué líneas de autobús iban directas y cuáles paraban por -casi- todos los pueblos que pillaban de camino. Sí, en efecto, me tocaron ida y vuelta con paradas cada dos por tres. No creo que cueste mucho indicarlo en la web.
Una vez allí los problemas, que afortunadamente solucionamos, no cesaron. Cogimos un bus un tanto tarde, justo después de comer ya que muchos tenían trabajo o estudios por la mañana. El problema llegó cuando al ir a coger el bus hacia la zona de camping un grupo de festivaleras nos alertó de que uno ya no se podía acreditar en esa zona y teníamos que parar en la zona de conciertos con todas las maletas y la compra.
Por desgracia, no están demasiado cerca y coger bus y, en esta ocasión dos taxis –pues el servicio de buses había acabado– se hizo obligatorio. Tirón de orejas a la organización por este tema.
Acampada
Tras el paso por la Magdalena, donde nos pudimos al fin acreditar y recibir nuestra pulsera, llegamos a la zona de acampada cercana al maravilloso faro de la ciudad.
Decir que el camping no fue el habitual en la ciudad y donde, de hecho, nos dejaron los taxis, sino en otra zona cercana que todo parece indicar habilitaron para la ocasión. En cualquier caso, el ambiente allí fue inmejorable. Estaba a reventar, lo que otros años, según nos contaron, no se consiguió. También se respetaban las normas e incluso llamaba la atención que sí se guardaba silencio cuando era razonable. Hubo quienes echaban de menos un poco más de ajetreo y decían que esto se asemejaba a un campamento de verano.
Los servicios dentro de lo razonable estaban bastante bien. Eran mixtos y estaban bastante cuidados. Algunos eran de carácter portátil y para ducharse y asearse, no había problema alguno.
Una de las imágenes que nunca había visto y que me ha resultado muy curiosa ha sido la de los cargadores. Ladrones, cargadores y móviles formaban un amalgama único. Decenas, decenas e incluso cientos de móviles que se repartían algo de energía. Aunque hubiera estado mejor un sala más adecuada para ello que los baños, todavía se podía pasar. Lo que sí fue un poco de decepción fue el prometido WiFi que nunca llegó.
Conciertos
La rutina de cada día era muy sencilla por la mañana cuando el sol hacía imposible seguir durmiendo, sobre las 11 aproximadamente, desayunábamos y salíamos hacia la ciudad en bus. Allí según el día aprovechábamos para hacer turismo, shopping que diría aquel o playa. El tiempo se comportó aunque llovió ligeramente una tarde.
Ya por la noche tras cenar en el camping salíamos hacia la campa de la Magdalena en los autobuses lanzadera de la organización. Esos momentos eran uno de los más divertidos de cada día: cientos de jóvenes cantando los temas que escucharíamos poco después.
El recinto habilitado, correcto. Mucha seguridad para lo bueno y para lo malo: había largas colas para entrar. El escenario tanto en sonido como en imagen cumplía con las expectativas. Según el grupo se aprovechaba más o menos los juegos visuales pero, por lo general, muy chulos. La señal de televisión era todo un entretenimiento cuando había DJs en el escenario principal pues se dedicaban a pinchar a la gente. Uno por aquí salió varias veces.
Es cierto que el escenario secundario no estaba tan diferenciado como me gustaría pero el nivel no estuvo nada mal. Destacar a Miqui Puig (DJ Chicote para el respetable) que hizo las delicias de los presentes. Entre los grupos me impresionaron sobre todo IZAL, Sidonie, Standstill, 2 Many DJs o, como no, Vetusta Morla.
He de decir que me quedé con ganas de ver a muchos más artistas pero al final se hace imposible cuadrar horarios para no perderse nada. En fin, ser festivalero más por unos días ya apetece de cara al verano 2014. ¿Os apuntáis?
Y para cerrar algunas de las canciones que más me llamaron la atención:
Bueno, ejem, y cómo no incluir…